viernes, 12 de abril de 2013

ARCHIPIÉLAGO DRON


Copiando el arranque del post de Eva Redondo, "todo comenzó" en La Escalera de Jacob. Bueno, en realidad los auténticos antecedentes se remontan a la puesta en marcha de la Corsetería y, con ella, al grupo estable de dramaturgia actoral (el Colaboratorio). En alguna una ocasión, como asiduos "parroquianos" al NTF, mi hermano y yo nos habíamos colado furtivamente en algunas de sus sesiones para observar lo que allí cocinaban. Pero fue en la muestra pública que hicieron en La Escalera cuando finalmente entendimos a lo que se refería José con el término "dramaturgia actoral". En aquella muestra descubrimos a un grupo de actores "a la escucha", con un grado de organicidad y organización tal que ya no eran solo herramientas para articular la dramaturgia, ellos mismos creaban la dramaturgia. De pronto se nos pusieron los dientes largos ¿cómo sería trabajar con ese sistema, con esos actores? ¿Cómo sería canalizar esa metodología para dar forma a una dramaturgia conjunta? ¿Sería posible crear un proyecto en el que se combinen los esfuerzos de dramaturgos con los procesos de dramaturgia actoral para dar forma a una historia? Y en esas estamos. Gracias a la generosidad de José Sanchis Sinisterra y a los compañeros del Colaboratorio nos hemos embarcado en este primer experimento de escritura "colaborativa". De un lado un grupo de dramaturgos de la "cantera" del NTF (Enrique Torres, Eva Redondo y nosotros), del otro el grupo estable de dramaturgia actoral. Y en medio todo un terreno de encuentro, búsqueda y experimentación conjunta a partir de los protocolos creados por José.

En los próximos posts que hagamos sobre este poyecto nos gustaría desgranar cómo estamos estructurando el proceso, cuáles son sus etapas, los desafíos a los que nos estamos enfrentando, los protocolos, las dudas... de forma que tengamos una especie de "cuaderno de bitácora" de esta investigación.

Pero antes de terminar con este post nos gustaría hacer al menos una primera reseña sobre la propuesta temática que quisimos plantear a los compañeros del Colaboratorio como punto de partida.

Una propuesta que pretende desencadenar una reflexión sobre el lenguaje. Lo que buscamos es explorar aquellos recursos del lenguaje que usamos en nuestra sociedad para distorsionar la realidad: la interdicción que nos permite sortear palabras incómodas, o directamente innombrables en el discurso público; el eufemismo que nos permite cambiarlas por otras; el uso de códigos propios de lenguajes tecnificados, cuya comprensión escapa al ciudadano medio; la presencia de la persuasión, de la manipulación, de las falacias, la ideología, de lo políticamente correcto; o incluso cómo todo esto es recibido por la ciudadanía (un lenguaje inmediato que puede ser fácilmente olvidado). Sin pasar por alto la anestesia que padecemos por la saturación de imágenes e información. Porque al final de todo esto solo queda una cosa: el fracaso de la verdadera comprensión. La realidad se escapa entre todos esos lenguajes y nos impide realmente dimensionar las cosas. Los hechos que ocurrieron quedan sepultados bajo una avalancha de palabras que, según quién las emita (medios de comunicación, instituciones, ciudadanos, etc.), terminan desdibujándose hasta el punto de que el lenguaje se convierte en una forma de enmascarar aspectos oscuros, que nos incomodan, como la violencia.    
Estos “usos perversos” son los que conforman el lenguaje dramático con el que queremos empezar a investigar. Veamos a dónde nos conducen.

QY Bazo






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